Filtración del aire

Los filtros sirven para la eliminación de partículas en suspensión y olores.

Las partículas en suspensión son causantes de algunos de los canceres de pulmón. Además, ciertos virus y bacterias tienden a adherirse a esas partículas. La filtración del aire exterior reduce considerablemente esas partículas reduciendo las afecciones.

 

El aire exterior debe de ser filtrado, tanto si procede de una zona abierta, como si lo hace de una más contaminada como una zona industrial.

 

En ocasiones el aire interior también debe de ser filtrado porque es en el interior donde se generan esas partículas de polvo en suspensión u olores.

Los filtros de carbón activo están destinados a la eliminación de olores. Los olores también pueden eliminarse con otros sistemas como la ionización bipolar o la fotocatálisis.

 

Los filtros electrostáticos tienen la ventaja de ser muy eficaces ofreciendo muy poca resistencia de paso al aire. En su funcionamiento ionizan el aire con carga negativa en una primera etapa para después retenerlos en una segunda etapa cargada positivamente. Las partículas se quedan pegadas en la segunda etapa que puede extraerse para limpiarse.

Los filtros se clasifican por su eficacia en base a la norma EN 779:2012 de la siguiente manera:

Clase G (G3, G4): Filtros gruesos, son prefiltros que se utilizan antes de otro tipo de filtros (por ejemplo, F) para alargar su vida útil, evitando que se pasen las partículas más grandes, en general polvo.

Clase M (M5, M6 o a veces F5, F6): Filtros medios

Clase F (F7 a F9): Filtros finos

A partir de aquí la clasificación de filtros se basa en la norma EN 1822:2004 y se consideran filtros de alta eficacia y se utilizan en entornos hospitalarios, laboratorios, investigación, aplicaciones especiales, entre otros.

Clase E (E10 a E12): EPA

Clase H (H13 y H 14): HEPA

Clase U (U15 a U16): ULPA